domingo, 1 de abril de 2012

8 - Pincelada

La pincelada es parte de la técnica de cada uno y por lo tanto podría haberla mencionado en el punto anterior y decir que puedes usar los pinceles como quieras. No son más que herramientas. Si le he dedicado un punto específico es por dos motivos fundamentales: los bordes y la destreza.

Los bordes, los límites entre una zona y otra son un elemento muy importante del cuadro. Deben ser variados. No por capricho, sino porque si observamos bien es seguro que en el modelo encontraremos contornos que se destacan claramente de lo que los rodean y otros que se distinguen con dificultad. La correcta representación de esos contornos es imprescindible para una impresión veraz. Y la pincelada es la que marca o difumina los contornos.

No sólo los bordes externos de un objeto nos dan información sobre su forma, su posición en el campo de visión o su relación con otros objetos; los bordes de zonas de luz y sombra en el mismo objeto también están cargados de indicios sobre el volumen, la transparencia o la textura del objeto.

Tenemos que aprender a trazar un borde nítido, limpio, en una zona de color contra otra y también aprender a fundir una zona en otra. El principal enemigo del primero es una pincelada temblorosa, discontinua. El peligro en el segundo es crear una zona borrosa demasiado amplia, con un color indefinido que se ve como otra zona aparte de las dos que debía unir.

La variedad de bordes da interés al cuadro y es un aliado muy útil para dirigir la vista, para destacar el motivo principal, para reforzar la composición… y para lo que se te ocurra1. Es una técnica.

La segunda razón, la destreza, me hubiera obligado de todas formas a dedicarle a la pincelada un punto, que no una lección, aparte. No puede ser una lección porque yo me peleo cada día con mi falta de destreza y no puedo entonces más que compartir con mis amigos unas reflexiones.

Los críticos de arte dan una importancia casi desmesurada a la pincelada de cada artista. Por un lado la pincelada es tan característica de cada uno como lo es la escritura manuscrita pero, por otro, no hay nada que exprese mejor la maestría de un artista con su medio que el dominio del pincel. No tengo más remedio que darles la razón. Además, una pincelada segura es la mejor garantía de colores limpios en el cuadro. Y es lo que sueño conseguir.

No es, como tantas veces nos dicen, que cada pincelada sea definitiva. Al menos para mí eso no sería un sueño sino una quimera. Hay que intentar que cada pincelada sea útil. Esto quiere decir que no habrá que eliminarla del todo (y si hay que hacerlo, hazlo de inmediato) sino tal vez completarla o modularla, de manera que aún de manera mínima contribuye a la riqueza final del cuadro. A menudo me parece que las zonas que me atraen en mis propios cuadros son el resultado de pequeños errores que han sido corregidos por una o dos pinceladas, no veinte, complementarias.

Un buen cuadro tiene relativamente pocas pinceladas, bien dadas. Muchas veces la razón por la que una pincelada no es útil es porque no hemos acertado con el color, con la mezcla que hemos realizado. Por eso también una buena pincelada se reconoce como muestra de maestría, y es que hace falta mucha experiencia para dominar la mezcla de colores hasta el punto de ahorrarnos la mayoría de las pinceladas inútiles.

Y en eso estamos…

1) Si quieres usar los contornos negros a los que tanto se recurrió en la pintura del penúltimo cambio de siglo, adelante. Pero permíteme decir que se puede hacer con la elegancia y sutileza de Manet o no.





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2 comentarios:

  1. Buen articulo siempre me gusto el arte, y pensé en estudiar hace poco el ciclo formativo conservación y restauración de pintura y así ser un profesional en lo que realmente me gusta.

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